Pilar A. Hrimati
Psicoterapeuta Transpersonal
pilar_almagro@yahoo.es
Tlf. 639 50 18 89

sábado, 14 de abril de 2012

Pensamientos turistas

Los pensamientos pasan a través de ti, no están en ti, déjalos ir, solo si te enganchas se quedan.
Si los dejas ir, pasan como turista sin hotel.


lunes, 9 de abril de 2012

Aceptar, permitir, soltar, magia para liberarse


AceptaciónAceptación y rendición

Texto de Heckhart Tolle - fuente Webislan

Cuando puedas, echa una «mirada» a tu interior para ver si estás creando conflicto inconscientemente entre lo interno y lo externo, entre las circunstancias externas del momento —dónde estás, con quién y lo que estás haciendo— y tus pensamientos y sentimientos. ¿Puedes sentir lo doloroso que es oponerse internamente a lo que es?
Cuando reconoces este hecho, también te das cuenta de que ahora eres libre de renunciar a este conflicto fútil, al estado interno de guerra.
Si verbalizaras tu realidad del momento, ¿cuántas veces al día tendrías que decirte: «No quiero estar donde estoy»? ¿Cómo te sientes cuando no quieres estar donde estás: en el embotellamiento, en tu puesto de trabajo, en la sala de espera del aeropuerto con la gente que te acompaña?
Sin duda es cierto que lo mejor que se puede hacer en ciertos lugares es salir de ellos, y a veces eso es lo más apropiado. No obstante, en muchos casos, no tienes la opción de irte. En esas situaciones, el «no quiero estar aquí», además de inútil, es disfuncional. Te hace infeliz y hace infelices a los demás.
Ha sido dicho: dondequiera que llegues, allí estás. En otras palabras: estás aquí. Siempre. ¿Es tan duro de aceptar?
¿Realmente necesitas etiquetar mentalmente cada percepción sensorial y cada experiencia? ¿Necesitas tener esa relación reactiva de gusto o de disgusto ante la vida, que te lleva a estar continuamente en conflicto con personas y situaciones? ¿O se trata únicamente de un hábito mental profundamente arraigado que puedes romper? Sin hacer nada en particular; simplemente, dejando que este momento sea como es.
El «no» habitual y reactivo fortalece el ego. El «sí» lo debilita. Tu identidad en la forma, el ego, no puede sobrevivir a la rendición.
«Tengo muchas cosas que hacer.» Sí, pero ¿cuál es la calidad de tu hacer? Conducir yendo al trabajo, hablar con los clientes, trabajar en el ordenador, hacer recados, atender las innumerables cosas que constituyen tu vida... ¿Hasta qué punto eres total en lo que haces? ¿Es tu acción una rendición o una re-sistencia? Esto es lo que determina el éxito que consigues en la vida, no la cantidad de esfuerzo que pongas. El esfuerzo implica estrés, tensión, necesidad de alcanzar cierto punto en el futuro o de conseguir algún resultado.
¿Puedes llegar a detectar en tu interior la más leve sombra de no querer estar haciendo lo que estás haciendo? Eso es una negación de la vida, y por ello no puedes conseguir un resultado verdaderamente exitoso.
Si has sido capaz de detectar esa negación en ti ¿puedes también dejarlo y ser total en lo que haces?
«Hacer una cosa cada vez»; así es como un maestro Zen definió la esencia del Zen.
Hacer una cosa cada vez significa ser total en lo que haces, prestarle toda tu atención. Eso es acción rendida, acción poderosa.
Tu aceptación de lo que es te lleva a un nivel más profundo, donde tanto tu estado interno como tu sentido del yo no dependen ya de que la mente los juzgue «buenos» o «malos».
Cuando dices «sí» a la vida tal como es, cuando aceptas este momento como es, puedes sentir dentro de ti un espacio profundamente pacífico.
Superficialmente puedes seguir sintiéndote feliz cuando hace sol y menos feliz cuando llueve; puedes sentirte feliz si ganas un millón de euros e infeliz si pierdes todas tus posesiones. Sin embargo, la felicidad y la infelicidad ya no calan tan hondo. Son olas en la superficie de tu Ser. La paz de fondo que hay dentro de ti permanece inmutable en cualesquiera que sean las condiciones externas.
El «sí a lo que es» revela una dimensión de profundidad en ti que no depende ni de las condiciones externas ni de la condición interna de los pensamientos y emociones en constante fluctuación.
La rendición se vuelve mucho más fácil cuando te das cuenta de la naturaleza efímera de todas las experiencias, y de que el mundo no puede darte nada de valor duradero. Entonces sigues conociendo gente, sigues teniendo experiencias y participando en actividades, pero sin los deseos y miedos del ego. Es decir, ya no exiges que una situación, persona, lugar o suceso te satisfaga o te haga feliz. Dejas ser a su naturaleza pasajera e imperfecta.
Y el milagro es que, cuando dejas de exigirle lo imposible, cada situación, persona, lugar o suceso se vuelve no sólo satisfactorio, sino también más armo-nioso, más pacífico.
Cuando aceptas este momento completamente, cuando ya no discutes con lo que es, el pensamiento compulsivo mengua y es remplazado por una quietud 34
alerta. Eres plenamente consciente, y sin embargo la mente no pone ninguna etiqueta a este momento. Este estado de no-resistencia interna te abre a la conciencia incondicionada, que es infinitamente mayor que la mente humana.
Entonces esta vasta inteligencia puede expresarse a través de ti y ayudarte, tanto desde dentro como desde fuera. Por eso, cuando abandonas la resistencia interna, a menudo descubres que las circunstancias cambian para mejor.
¿Estoy diciendo: «Disfruta este momento. Sé feliz»? No.
Permite que se exprese este momento tal como es. Eso es suficiente.
Rendirse es rendirse a este momento, no a una historia a través de la cual interpretas este momento y después tratas de resignarte a él.
Por ejemplo, puede que estés tullido y que ya no puedas caminar. Tu estado es lo que es.
Tal vez tu mente esté creando una historia que diga: «A esto se ha reducido mi vida. He acabado en una silla de ruedas. La vida me ha tratado con dureza, injustamente. No me merezco esto.»
¿Puedes aceptar que este momento es como es y no confundirlo con la historia que la mente ha creado a su alrededor?
La rendición llega cuando dejas de preguntar; «¿Por qué me está pasando esto a mí?»
Incluso en las situaciones aparentemente más inaceptables y dolorosas se esconde un bien mayor, y cada desastre lleva en su seno la semilla de la gracia.
A lo largo de la historia, siempre ha habido mujeres y hombres que, cuando tuvieron que hacer frente a grandes pérdidas, enfermedades, prisión o muerte inminente, aceptaron lo aparentemente inaceptable, y así hallaron «la paz que supera toda comprensión».
La aceptación de lo inaceptable es la mayor fuente de gracia en este mundo.
Hay situaciones en las que todas las respuestas y explicaciones fracasan. La vida deja de tener sentido. O alguien que está pasando un apuro viene a pedirte ayuda, y tú no sabes qué decir ni qué hacer.
Cuando aceptas plenamente que no sabes, renuncias a esforzarte por encontrar respuestas con la mente pensante y limitada, y es entonces cuando una inteligencia mayor puede operar a través de ti. En ese instante, hasta el pensamiento puede beneficiarse, porque la inteligencia mayor puede fluir a él e inspirarlo.
A veces, rendición significa renunciar a tratar de comprender y sentirse cómodo en el desconocimiento.
¿Conoces a ese tipo de persona cuya principal función en la vida parece ser la de ser desgraciada y hacer desgraciados a los demás, la de extender la in-felicidad? Perdónales, porque ellos también forman parte del despertar de la humanidad. Representan una intensificación de la pesadilla de la conciencia egótica, del estado de no-rendicíón. En su función no hay nada personal. Ellos no son eso.
Uno podría decir que rendirse es la transición interna de la resistencia a la aceptación, del «no» al «sí».
Cuando te rindes, tu sentido del yo pasa de estar identificado con una reacción o juicio mental a ser el espacio que rodea a la reacción o al juicio. Es pasar de identificarte con la forma —el pensamiento o emoción— a ser y reconocerte como aquello que no tiene forma, la conciencia espaciosa.
Lo que aceptes completamente te hará sentirte en paz, incluyendo la aceptación de que no puedes aceptar, de que te estás resistiendo.
Deja la Vida en paz. Déjala ser.


viernes, 6 de abril de 2012

La paz es posible

Cuando veo videos como este, mi corazón se siente uno con el mundo y veo muy claro que la paz ya existe en los corazones de todas las personas.


jueves, 5 de abril de 2012

Qué es una Terapia Transpersonal?


Qué es una Terapia Transpersonal?

¿Qué es una Terapia Transpersonal?

TEXTO José María Doria; director de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal de Madrid
IMAGEN de Archivo

“El Hombre que se levanta aún es más grande que el que no ha caído”.
(Chuang Tzu)
Una terapia transpersonal será aquella que finalmente nos ponga en contacto con nuestra identidad esencial. En realidad, el término trans-personal hace referencia a lo que está más allá de la persona.
Desde esta perspectiva, la terapia es un viaje que se hace “acompañado” y cuya meta es “el sí mismo profundo” con todas sus sanadoras consecuencias. Por tanto, en psicología transpersonal, el término “terapeuta” significa “acompañante” y lo que realmente resuelve problemas es el crecimiento personal y la expansión de consciencia.
Las personas que usualmente solicitan terapia pueden considerarse individuos plenamente sanos que simplemente quieren ser más felices de lo que son. Se trata de personas que o bien están atravesando una crisis o bien desean examinar alguna cuestión de su propia vida y sentirse orientadas hacia un desarrollo integral que dé sentido a sus vidas.

Terapia transpersonal: fases de la terapia

Antes un trazar un plan y como punto de partida, toda terapia comienza por ayudar al sujeto en conflicto a poner fin al grado de sufrimiento que pueda padecer. Posteriormente y, una vez restablecido un cierto nivel de equilibrio emocional, el terapeuta transpersonal guía en el proceso de apertura de sus dimensiones interiores y, para ello, el plan terapéutico puede desarrollarse en tres etapas:
  1. Primera etapa: Conocimiento de la propia identidad Ego. A lo largo de esta etapa se entrena al sujeto a observar todos los matices posibles de su propio conflicto. Es decir, aprender a dirigir la mirada interior, incrementando el auto conocimiento y la consciencia de sus propios patrones mentales y emocionales. Dicho “darse cuenta” aborda los elementos psicológicos implicados que causan inquietud y en muchos casos sufrimiento. A partir de este punto, el sujeto comienza a ser capaz de asumir y aprovechar el inmenso caudal de oportunidad que su crítica “situación personal” ofrece. “Lo que más nos irrita de los demás es aquello que puede conducirnos a un mejor entendimiento de nosotros mismos”. (Carl Jung)
  2. Segunda etapa: Reprogramación y relativización del propio Ego. En esta etapa el sujeto aprende a nombrar sus diferentes partes internas y proceder a recrear nuevos patrones de pensamiento de los que se derivará la vida futura de su yo personal. En esta fase, el sujeto aprende a conectarse con sus verdaderas necesidades y elegir lo que quiere vivir, constatando que lo que sucede en su mente se debe a un proceso íntimo de “interpretación de la realidad”. A partir de este punto, el sujeto por el simple hecho de devenir consciente abre un nuevo horizonte vital en cuya construcción ya puede intervenir y optar.“Lo importante no es lo que sucede sino como lo interpretamos”. (Lair Ribeiro)
  3. Tercera etapa: Hacia la Esencia: A lo largo de esta etapa, el sujeto construye el puente entre su Ego o mente pensante y el nivel transpersonal o Identidad Esencial. Conforme se avanza, el sujeto se reconocer como Ser Espiritual que se manifiesta en la Conciencia Testigo. Desde este nivel, intuye la finalidad de su vida y el propósito de su propio devenir, de manera que los errores se perciben como experiencias no casuales de aprendizaje hacia el despertar de la conciencia. “No eres una criatura humana en una aventura espiritual, sino una criatura espiritual en una aventura humana”. (Theilard de Chardín)
Ámbitos propios de lo transpersonal Una vez aliviado el dolor y la inquietud que han motivado la iniciación de la terapia y una vez aprendidos nuevos patrones mentales que construyen un ego más feliz, la Psicología Transpersonal aborda aspectos tales como:
  • La búsqueda del sentido de la vida.
  • El ejercicio de la creatividad.
  • El ámbito de la intuición.
  • La experiencia interior de certeza.
  • La visión de lo que en realidad somos.
  • La capacidad de amar sin objeto, como estado de conciencia del propio sujeto.
  • El “desapego” o facultad de distanciarse del ego y observarlo.
  • El sentimiento de trascendencia.
  • La capacidad, de servir y amar a todos los seres sensibles.
Técnicas o ejercicios que se aplican en Terapia Transpersonal
La terapia transpersonal es una forma de "Yoga Integral". Por "Yoga Integral" se entiende al crecimiento desde las áreas:
- Física: Ejercicio físico, alimentación sana y consciente.
- Emocional: Gestión de una red social, relaciones conscientes, ejercicios de respiración.
- Mental: Reflexión, estudio, actualización de capacidades.

- Espiritual: Trabajo en la expansión de consciencia y el desarrollo del propio "darse cuenta": Meditación ZEN, Yoga o Tai Chi, atención sostenida, vocación de servicio.

Cada sujeto y cada etapa correspondiente de la terapia requiere del entrenamiento de técnicas entra las cuales pueden destacarse:
- Respiración consciente.
- Estados de relajación profunda en los que se accede a áreas mentales que saben "lo que está pasando".
- Ejercicios de "regresión" hacia etapas anteriores en búsqueda de raíces y causas de patrones conductuales no deseados.
- Ejercicios de identificación con el Testigo interior.
- Observación y análisis de los procesos cognitivos de cada miedo.
- La práctica de la meditación ZEN.
Y otras muchas técnicas que entrenan al sujeto a distanciarse de sus contenidos mentales y movilizar el enfoque de la atención hacia áreas cognitivas deseables.

Logros óptimos de la terapia transpersonal
Transcurrida la primera etapa, el sujeto ha aprendido a observar y examinar su modelo mental. Aquella persona que anteriormente sufría ha aprendido a vivirse en los escenarios problemáticos sin mayor perturbación.
Es un ser humano que ante la circunstancia anteriormente conflictiva ya no echa la culpa a nada, ni a nadie, sino que mira el discurrir de su propia mente. Un ser humano que ha entendido el verdadero valor de la independencia emocional sin merma de la calidad amatoria de su corazón.
El sujeto ha devenido consciente de la capacidad de convertir su problema en una oportunidad de crecimiento y auto-consciencia. Un ser humano nuevo que ha ensanchado su horizonte interior e incrementado su capacidad de ser feliz.
Transcurrido el ciclo terapéutico, el sujeto se siente integrado y ya puede reconocer su "sombra" y por tanto aceptarla. El sujeto escucha a su naturaleza corporal y conoce mejor la programación histórica y familiar de su propio ego; se siente centrado y consciente de la impermanencia de los contenidos de su mente y de los fenómenos en general.
- "Amigo sabio ¿sentías momentos de tristeza y desánimo antes de alcanzar la iluminación?
- Sí, a menudo.
- Y ahora, después de alcanzar la iluminación ¿Sigues viviendo momentos de tristeza y desánimo?
- Sí, también, pero ahora no me importa".
Qué entiende la Psicología Transpersonal por un individuo plenamente sano
Algunos terapeutas consideran que un ser humano está en salud, cuando se ha despojado de los conflictos básicos y se reintegra a la sociedad productiva y familiar, sin embargo para la Psicología Transpersonal, la superación no será real, en cuanto el sujeto no haya realmente accedido al contacto con su nivel esencial. Siendo así que un ser humano gozará de buena salud cuando se sienta enraizado en su identidad profunda y haya encontrado, en sí mismo, el sentido de su vida.
"La mente crea el puente, pero es el corazón el que lo cruza". (Nisargadatta)
Consideraciones globales
Se puede concluir afirmando que junto al formidable desarrollo tecnológico, La Humanidad actual experimenta oleadas de perturbación tras las que subyace una gran mutación neurofisiológica. La Psicología Transpersonal se ocupa de investigar este camino iniciático hacia lo Profundo a través de las nuevas formas de amar, de sentir, de pensar y de actuar. En definitiva: de existir.
"Hemos aprendido a utilizar el pensamiento para trascender el cuerpo, pero todavía no sabemos servirnos de la conciencia para trascender el pensamiento". (Ken Wilber)
Actualmente, tenemos el privilegio de asistir a un nuevo "salto evolutivo" que se dispone a capacitarnos para trascender la mente racional en una sucesión de momentos presentes, plenos de creatividad, infinitud y libertad.
La terapia transpersonal es un modo de convertir la inquietud y la crisis en una oportunidad de lo Profundo.
La evolución del "Homo Sapiens" apunta hacia el despertar del "Homo Lucens" y del "Homo Amans" algo que, en realidad, nunca hemos dejado de ser y de lo que estamos deviniendo conscientes.
"Tú no estás en el Universo, es el Universo el que está dentro de ti". (Nisargadatta)

martes, 3 de abril de 2012

Es hora de despertar


Una sociedad de paz solo puede ser compuesta por personas de paz, lleva la paz a tu corazón y la paz será en tu mundo.

lunes, 2 de abril de 2012

Los pensamientos negativos y creativos

Los pensamientos negativos y la denominada”peste” de las neuronas:Reflexiones sobre la cuestión.

by starviewer
No mucho se ha escrito sobre este nuevo problema del Siglo XXI: La incidencia de los pensamientos negativos sobre nuestra "red neuronal".
En 2008, un brillante artículo elaborado por la Profesora María del Carmen Navarro Maldonado, para la Universidad de México, exponía las bases de lo que ella denominaba "peste de las neuronas", analizando la incidencia de los pensamientos negativos en el marco de conceptos abstractos que podrían materializarse. La cuestión reviste especial interés, ya que en los últimos tiempos la presencia del pensamiento creativo parece estar relacionada con la salud, mientras que la presencia del pensamiento negativo se asocia con la enfermedad, y a nivel biofísico, existen evidencias empíricas que apuntan a ello, tal y como expone la profesora Navarro.
Citando igualmente a Perkins , 1984, hallamos que el pensamiento creativo se asocia a la materialización de realidades que " a priori", suponen la estructuración de ideas que hallan su contrapartida en una satisfacción que actúa como retribución en sí misma.
Esta retribución creativa obedece a una necesidad del ser humano de integración con el "Universo Inteligente", hasta el punto que genera reacciones biofísicas placenteras, ya que va orientada a la generación de un "bienestar colectivo".
Si atendemos a los avances que han reportado bienestar y avance en nuestra historia, el impulso de las mentes creativas, ha permitido el disfrute colectivo de los avances que actualmente gozamos en nuestras modernas sociedades de bienestar.
La cuestión fundamental que aborda la profesora Navarro es la relativa la incidencia de nuestros pensamientos en nuestras vidas.
La respuesta es sin duda positiva. Nuestros pensamientos están correlacionados con nuestra vida de entorno, hasta el punto que pueden condicionar nuestra salud o nuestra enfermedad. Cuando habla de "peste de las neuronas" habla expresamente de auellos estados en los que la ira, el miedo y el pensamiento negativo conducen a situaciones energéticamente adversas a nivel biofísico.
Y efectivamente, tal y como cita Ernest Holmes en su libro (La ciencia de la Mente) 1998, te conviertes en aquello que piensas que eres y crees "ser".
La peste de las neuronas, proviene de la creencia en el caos, ya que dicha creencia genera una serie de reacciones autodestructivas en cadena, que pueden devenir y de hecho devienen en una materialización de ese pensamiento continuo.
De ahí la importancia en el estudio de los procesos que intervienen en la salud de los procesos dell pensamiento positivo y creativo, ya que en esa positividad se encuentra la clave del avance humano.
Navarro llega incluso a aseverar en su brillante exposición, que los pensamientos negativos, son los generadores de esa "peste" de las neuronas, ya que inciden en el origen mismo de la creación destructiva constante que desemboca en el caos del sujeto así pensante. La perseverancia en ese tipo de pensamientos de forma pesimista y negativa, finaliza materializando en la realidad el desenlace de esa creación.
De esta forma, los síntomas de esta "enfermedad" son el temor y su consecuencia , la ira, la violencia y las manifestaciones del odio que degeneran en conductas de destrucción.
De ahí la clave de las funciones de los receptores AMPA y NMDA, y los bloqueos en las transacciones de Na+ y K+, así como los buffers de Ca++ y su interacción con la Calmodulina, en las fases de polarización y depolarización.
Pueden descargar el artículo aquí:

domingo, 1 de abril de 2012

CUANDO TODO SE DERRUMBA

CUANDO TODO SE DERRUMBA



Adaptado del libro de Pema Chödrön del mismo nombre, por Carlos Samaniego




Cuando todo se derrumba y estamos al borde de no se sabe qué,
el reto consiste en permanecer en ese punto y no concretar.

Sanamos y nos curamos cuando dejamos espacio para que existan la pena, el alivio y
la alegría. Pero lo más importante es entender que hay que dejar sitio para el no saber, ya que
nunca podemos conocer con certeza si nos vamos a caer redondos ahora mismo o si vamos
aguantar derechos durante mucho tiempo.

Los astrofísicos afirman que en el universo hay hasta un 96 % de energía oscura, des-
conocida. Que solo escrutamos la franja del 4 % visible, mientras el resto del cosmos es un
enigma. Somos como hojas de otoño que flotan sobre la superficie de los arroyos de montaña
que descienden al mar. No sabemos que hay por debajo, que nos mantiene flotando en la su-
perficie y apenas conocemos que se esconde en el cielo nocturno infinito.

La vida es así: ¡no sabemos nada! Decimos que las cosas son buenas o males, de tal o
cual modo, pero en realidad no lo sabemos. Pensamos que podremos encontrar placeres du-
raderos evitando el dolor, pero eso es un círculo vicioso sin salida que da vueltas y más vueltas
interminablemente y al final nos causa un gran sufrimiento.




MIEDO

Cuando la vida nos tiene acorralados y no podemos movernos…

el miedo es la reacción natural al acercarse a la verdad.

¿Qué nos pasa cuando nos quitan la alfombra bajo los pies y no encontramos donde
apoyarnos?

Los sentimientos como la decepción, la vergüenza, la irritación, el resentimiento, la ira,
los celos y –al final– el miedo, nos ofrecen momentos de gran claridad que nos muestran donde
estamos pillados en cada situación, y, al mismo tiempo, nos ofrecen la posibilidad de erguirnos
y seguir adelante, cuando preferiríamos colapsar y retirarnos. Son los mensajeros que nos
muestran, con una claridad terrorífica, el lugar exacto donde estamos atascados.

Cada día se nos presentan muchas oportunidades de abrirnos o cerrarnos. Pero las
mejores oportunidades surgen cuando llegamos a ese punto donde pensamos que ya no po-
demos dar un paso más con todo lo que nos está pasando, o que esto es demasiado para no-
sotros, o que las cosas han ido demasiado lejos.

El camino espiritual no consiste en tratar de llegar al cielo
y acabar en un lugar magnifico.




MEDITACION

La meditación nos invita a trabajar en ese momento en el que llegamos al límite de todo
lo conocido. Meditando no nos dejamos arrastrar ni por la esperanza ni por el miedo.

La meditación nos enseña a ver con claridad que está ocurriendo con nuestros pensa-
mientos y emociones en cada instante. Nos permite entender con una claridad casi absoluta lo
que nos estamos haciendo, mientras se ilumina la oscuridad de nuestra ignorancia. Podemos
ver como corremos, como nos ocultamos, o como nos mantenemos ocupados con cualquier
cosa para impedir que nos rompan el corazón.

Pero la meditación nos permite también encontrar la forma de abrirnos y relajarnos.

La decepción, la vergüenza, y otros estados emocionales donde no nos sentimos bien
son una especie de muerte contra la que luchamos incesantemente. Sentir miedo y temblores
cuando estamos cerca de la muerte, es una señal de salud. Pero otra conducta saludable es
entender los temblores como el anuncio de que ya es hora de mirar directamente hacia lo que
mas nos aterroriza. De este modo, la decepción y la ansiedad nos advierten que hemos entra-
do en territorio desconocido.

El camino espiritual consiste en ir más allá de la esperanza y el miedo adentrándose en
nuevos territorios sin planos ni guías. Es un viaje en el que se cultiva la compasión, la valentía
y la bondad de corazón. Meditando no cedemos ni reprimimos nada. Simplemente dejamos que
la energía repose ahí mismo. Nos hacemos amigos de nuestros miedos y esperanzas una y
otra vez, permaneciendo siempre despiertos en medio de ese caos que es lo cotidiano.

No hacemos meditación para convertirnos en buenos meditadores, sino que meditamos
para estar más despiertos en nuestra vida cotidiana. Y de este modo, tomamos conciencia de
lo que verdaderamente nos sucede: que siempre estamos huyendo de algo, o que siempre
reprimimos algo, o que somos demasiado indulgentes con nosotros mismos, en relación con
algo o alguien. Así empieza a surgir en nuestro interior una perspectiva nueva y más amplia,
una visión generosa e iluminada de la vida, aceptando que somos como somos.










EL CAMINO DEL MEDIO

Mantenerse en el punto medio es presenciar lo que surge sin juzgarlo, dejando que los
pensamientos se disuelvan una y otra vez en la nada del silencio, para, a continuación, volver
al aquí y ahora.
Y de repente, dejamos de luchar y nos relajamos.


A medida que nos vamos abriendo, nos reconocemos y aproximamos a las incomodi-
dades de la vida, y en lugar de protegernos de ellas, ahora las observamos con más claridad y
objetividad. No perseguimos ningún ideal. Tan solo nos quedamos con la experiencia tal como
nos viene. Simplemente vemos lo que está sucediendo: placer, dolor, confusión, sabiduría… y
que está disponible en cada momento de nuestra -maravillosa, sorprendente, insondable y
ordinaria- vida cotidiana. La meditación consiste en estar dispuesto a morir una y otra vez,
abandonándonos a todo.

Trungpa Rinpoche invita a sus practicantes a que cuando se den cuenta que se salen,
deben decirse a sí mismos: “¡pensamiento!” y volver a concentrarse en la espiración. Al decir
“¡pensamiento!” podemos sentir conscientemente la suavidad de la aceptación de quien so-
mos y mantener la actitud de no juzgar nada.

Los pensamientos pasan por el cielo de nuestra mente continuamente. Si uno de ellos
se queda, tanto sea agradable como desagradable, decimos “¡pensamiento!” con toda la
apertura y bondad que podamos y dejamos que desaparezca en la enormidad del azul. Las
nubes y las olas surgen una y otra vez como los pensamientos. Nosotros las reconocemos con
amistad incondicional poniéndolas la etiqueta “¡pensamiento!” y las dejamos vagar libremen-
te.

La meditación es abrirnos y relajarnos ante lo que surja, sin escoger ni elegir. Las sor-
presas, a medida que practicamos, se suceden incesantemente.




REFRENARSE

Nos hacemos daño si permanecemos en la ignorancia por falta de coraje para mirarnos
por dentro. Porque siempre hay algo dentro de nosotros que no queremos reconocer ni experi-
mentar y para evitarlo huimos. Corremos de lo que llama a nuestra puerta y no dejamos de
sobreactuar en una huida sin fin.

Refrenarse consiste en no buscar entretenimiento externo cuando nos sentimos invadi-
dos por el aburrimiento, la inquietud o el desasosiego. Refrenarse es no rellenar inmediatamen-
te el vacío que crea esa dolorosa brecha, como hacemos de manera automática sin ser cons-
cientes de ello.

En realidad, debajo de nuestras palabras, de nuestros movimientos y de nuestros pen-
samientos hay una absoluta falta de suelo donde apoyarnos. Se trata de una ausencia esen-
cial. De un misterio insondable sin solución. Es un vacío que borbotea constantemente, y que
experimentamos como inquietud, nerviosismo o miedo. Es lo desconocido de donde proviene la
pasión sexual, la agresión, la ignorancia, los celos, el orgullo; y rara vez descendemos hasta
sus manantiales más profundos para familiarizarnos con su naturaleza.


Refrenarnos nos permite conocer la naturaleza de la inquietud y el miedo que nos en-
vuelve y es un método poderoso para afianzarnos sobre esa falta de suelo primordial que hay
bajo nuestros pies; porque cuando nos entretenemos con charlas, conductas repetitivas y pen-
samientos recurrentes, nunca conseguimos relajarnos de verdad.

El miedo consigue bloquearnos porque nos habla muy deprisa y se sitúa muy cerca de
nuestros oídos. Pero si conseguimos no hacer lo que nos pide y no nos desviamos del camino
de nuestra sabiduría interna, entonces pierde el poder sobre nosotros.

Siguiendo nuestra bondad interna, nuestra sabiduría básica y nuestra inteligencia natu-
ral, podemos dejar de hacer daño, tanto a nosotros mismos como a los demás, cuando perci-
bimos el instante preciso en que surgen las cosas de la nada. Mediante la comprensión cons-
ciente podemos cortar la reacción en cadena que hace que las cosas se desboquen, y así po-
demos mantener las situaciones vitales manejables y bajo control.

Detenerse un instante, antes de que nuestra consciencia se llene de cosas de todo tipo
es una experiencia verdaderamente transformadora. Cuando la practicamos, empezamos a
reconocernos y a respetarnos, y, al mismo tiempo, dejamos de hacer daño.

El resultado de establecer una relación óptima con nosotros mismos es que permane-
cemos tranquilos. Ya no hay compulsiones. Ya no trabajamos en exceso, ni comemos en exce-
so, ni fumamos en exceso, ni seducimos en exceso. Simplemente dejamos de hacer daño,
porque abrimos los ojos y despertamos; y ahora vamos lo suficientemente despacio como para
darnos cuenta y tener conciencia plena de lo que decimos y hacemos en cada momento.

Cuando empezamos a darnos cuenta de que no ponemos suficiente atención, de que
raras veces nos refrenamos, de que disfrutamos de poco bienestar interno, eso no es confusión
sino el principio de la iluminación. Es la liberación que surge de manera natural al estar aquí y
ahora sin ansiedad y sin perturbaciones, ante cualquier imperfección que se presente.





DESESPERANZA Y MUERTE

¡No podemos aferrarnos a nada!
Este es el primer paso del Camino.
Buscar una seguridad duradera es inútil.

El sufrimiento empieza a disolverse cuando dejamos de creer que existe un lugar don-
de verdaderamente podemos cobijarnos. Cuando comprendemos que no hay suelo bajo nues-
tros pies en ningún lugar de la Tierra.

Somos adictos a la falsa esperanza de que las dudas y los misterios terminaran des-
apareciendo algún día de nuestras vidas. Por eso, una sociedad de personas adictas a buscar
sistemática y compulsivamente un suelo bajo los pies donde vivir, al final no resulta un lugar
compasivo ni acogedor donde se pueda crecer.

El hecho de sentir dolor no significa necesariamente que algo tiene que fallar en alguna
parte. El dolor forma parte de la vida y no sucede por la equivocación de alguien. Sin embargo,
sufrimos porque pensamos que algo en algún lugar está mal.

Mientras seamos adictos a la esperanza, seguiremos sufriendo por cualquier motivo.

Esperanza y miedo son, en realidad, el mismo sentimiento con dos caras alternantes.
Surgen de la idea básica de que estamos incompletos, de que nos falta algo. Nacen, por consi-
guiente, de la pobreza. Nos aferramos tanto y con tanta fuerza a la esperanza de un futuro
mejor, que la esperanza misma termina robándonos el momento presente.




Pero si nos lo proponemos podremos abandonar la esperanza de que existe otro yo
más perfecto que emergerá algún día de nosotros. Hemos de mirar directamente nuestros mie-
dos y esperanzas mas profundas hasta que surja de nuestro interior una especie de cordura
fundamental en la que podamos confiar.

Si percibes tu pánico y el momento en el que instintivamente te agarras a algo, te darás
cuenta de que ese acto de aferrarse está basado en la esperanza. No agarrarse a nada es
renunciar a la esperanza. Solo entonces podemos reunir el coraje suficiente para relajarnos en
ausencia de una base sólida a la que apoyarnos, ya sin nada de nada a nuestro alcance. Sin
esperanza. Sin futuro. Sin pasado.

La desesperanza es la vía a seguir, porque si hacemos el Camino solo para conseguir
seguridad, entonces perderemos su verdadero significado y ello nos llevará a la decepción y al
dolor. Por ello hay que recorrer el Camino sin esperanza, sabiendo que el miedo a la muerte es
el trasfondo que todo lo tiñe y emborrona.

“La vida es como montarse en una barca que va a salir
 a navegar al mar y se va a hundir”.
Suzuki Roshi.

Somos el resultado de una cultura que huye de la muerte y nos la oculta siempre que
puede. Pero a pesar de todo, experimentamos constantemente la muerte cuando algo nos de-
cepciona, cuando las cosas no funcionan como debieran, o ante situaciones que no deseamos
que ocurran. Pero relacionarse con la muerte en la vida cotidiana y aceptarla nos permite ser
capaces de esperar, de relajarnos en medio de la inseguridad, de soportar el pánico, de hacer-
nos cargo de la vergüenza y de las cosas que no funcionan. La desesperanza y la muerte pue-
den proporcionarnos la motivación que necesitamos para vivir una vida llena de entendimiento
y compasión.

Cuando algo nos recuerda la muerte nos entra el pánico y entonces añadimos algo de
nuestra propia cosecha a las pérdidas. Pero la solución pasa por volver una y otra vez a la idea
de la muerte, y relajarnos en el momento presente sin cultivar esperanza alguna. No hay que
resistirse al hecho inevitable de que las cosas pasan, se acaban y carecen de sustancia dura-
dera. De que todo está cambiando continuamente.

Así, nos enfrentamos finalmente a los hechos y ya no tratamos de escapar. Puede que
sigamos teniendo adicciones, pero ahora dejamos de creer que estas van a traernos la felici-
dad. Renunciar a la esperanza anima a quedarse con uno mismo, a ser tu propio amigo y no ir
a ninguna parte. Si experimentamos completamente la desesperanza, renunciando a toda al-
ternativa que no sea vivir el momento presente podemos tener una relación alegre con nuestra
vida, que ya no ignore la realidad de la impermanencia y la muerte.


 OCHO DHARMAS

Dharma es una palabra sánscrita sinónimo de ley universal de la naturaleza, y se sim-
boliza con una rueda que gira sobre sí misma. Existen cuatro pares de dharmas opuestos entre
sí. Cuatro nos gustan, por lo que solemos apegamos a ellos; mientras que los otros cuatro nos repelen, motivo por el que, normalmente, tratamos de evitarlos por todos los medios posibles.





1. PLACER – DOLOR.


2. ALABANZA – CRITICA/CULPA.


3. FAMA – OPROBIO.


4. GANANCIA – PERDIDA.


Siempre que nos vemos pillados en alguno de los ocho dharmas, sufrimos inevitable-
mente. Cuando nos sentimos bien, nuestros pensamientos suelen revolotear sobre las cosas
que nos gustan, pero cuando nos sentimos incómodos, irritables o hartos, los pensamientos
dan vueltas sobre el dolor, la pérdida o la culpa. Lo irónico es que somos nosotros mismos
precisamente quienes activamos estos dharmas en relación a lo que nos ocurre en el mundo.
Por eso hay que conocerlos bien y entender como nos atrapan, como colorean nuestra percep-
ción de la realidad. Darnos cuenta de que en realidad no son tan sólidos como parece.

Podemos empezar a practicar percibiendo nuestras propias reacciones cuando alguien
nos culpa por algo que ha sucedido. ¿Que nos pasa cuando perdemos algún objeto? ¿Cómo
reaccionamos cuando hemos ganado algo? Cuando encaramos estas situaciones de frente con
la curiosidad e inocencia de un niño podemos ver quienes somos realmente. Entonces descu-
briremos que los sentimientos placenteros y dolorosos nos lanzan en los dos sentidos una y
otra vez, descentrándonos continuamente sin que notemos lo que nos pasa por dentro.

El camino del medio es un estado de apertura mental que nos posibilita relajarnos en
medio de la paradoja y la ambigüedad. Porque cuando nos sentimos solos o perdemos la espe-
ranza, lo primero que hacemos instintivamente es ir a la izquierda o a la derecha, subir o bajar,
correr o saltar, pero nunca permanecemos quietos. El camino del medio nos invita, precisamen-
te, a detenernos y a sentir lo que nos está pasando por dentro en ese preciso instante. De esta
manera, despertamos nuestra valentía interior.

La meditación diaria es un entrenamiento que nos permite alcanzar el camino del me-
dio y asentarnos en nuestro lugar exacto. Nos invita a no juzgar lo que surge en la mente, a
reconocer como pensamiento todo lo que solemos clasificar como bueno o como malo, a dejar
que los pensamientos vengan y vayan como burbujas flotantes en el cielo. La meditación nos
entrena a dejar de luchar y a descubrir un estado fresco y sin sesgo en nuestro interior.

En nuestras sociedades el cine, el teatro y la literatura nos han acostumbrado a las vic-
torias y a las derrotas, a recibir alabanzas o culpas; y cuando el dolor se presenta, procuramos
encubrirlo tratando de identificarnos con el triunfador o con la victima de la situación, con una
parte o con otra.



SOLEDAD FRESCA

“Uno puede sentirse solo y no estar perdido”
Katagiri Roshi

Cuando conseguimos al fin descansar en ese escurridizo punto medio, empezamos a
tener una relación serena con la soledad. Ahora se trata de una soledad refrescante que da la
vuelta a nuestros temores. A esta soledad fresca podemos describirla con seis atributos. Por-
que cuando estamos en soledad…


1. Tenemos menos deseos.
2. Nos contentamos enseguida.
3. Evitamos realizar actividades innecesarias.
4. Tenemos total disciplina sobre nosotros.
5. No vagabundeamos por el mundo de los deseos.
6. No buscamos seguridad en el pensamiento discursivo.


Contentarnos nos hace renunciar a la creencia de que escapar a nuestra soledad nos
va a traer una felicidad duradera o una sensación de bienestar, coraje o algún otro tipo de fuer-
za. Porque cuando ya no poseemos nada, nada tenemos que perder. Sin embargo, estamos
falsamente programados para creer que tenemos mucho que perder en la vida.

Podemos estar solos sin ninguna alternativa a la que asirnos. Podemos estar contentos
de estar aquí con el estado de ánimo y la textura de lo que está ocurriendo instante a instante.
Porque realizamos muchas actividades innecesarias, buscando algo que nos salve, algo que
nos mantenga ocupados para no sentir dolor, y también buscamos compañía para distanciar-
nos del dragón de la soledad, que siempre va persiguiéndonos.

“Si quieres encontrar el significado, deja de perseguir tantas cosas”
Ryokan

Disciplina implica que en cada oportunidad estamos dispuestos a volver al momento
presente. Sabemos que estamos solos en la vida y que no tenemos donde agarrarnos. No va-
gabundeamos por el mundo del deseo tratando de aferrarnos a alternativas que nos vuelven
adictos, y ya no buscamos seguridad en los propios pensamientos discursivos, lo que implica
renunciar al dialogo interno de “¡cómo tendrían que ser o dejar de ser las cosas!” En la soledad
fresca no esperamos seguridad de nuestro dialogo interno. Por el contrario, tocamos y solta-
mos su parloteo infinito sin hacerle caso.

La soledad así entendida, nos desafía a entrar en un mundo carente de puntos de refe-
rencia, sin polarizarnos ni solidificarnos en nada ni nadie.



IMPERMANENCIA

Impermanencia es la realidad constante donde vivimos, porque todo evoluciona mo-
mento a momento. La impermanencia es la esencia de todo: encontrarse y partir, enamorarse y
desenamorarse, dulce y salado, blando y duro. Pero la gente no siente respeto por la imperma-
nencia porque nos desespera y nos resulta dolorosa. Por eso, tratamos de resistirnos a ella
haciendo cosas que sean duraderas y para siempre. Y en el proceso de negar que todo cambia
constantemente perdemos el sentido sagrado de la vida.

La impermanencia nace de la armonía y el equilibrio. Por eso, cuando no luchamos
contra ella estamos en armonía con la realidad. El dolor no siempre es un castigo, ni el placer
siempre es un premio. Pero siempre que podemos nos librarnos del dolor en lugar de tratar de
entender que este funciona en polaridad con la alegría. En puridad, podríamos celebrar tanto
los momentos de iluminación, que felizmente gozamos, como las atemorizantes desgracias que
nos apenan.

Cuando se presente el dolor en nuestra vida podemos reconocerlo como dolor sin más.

Cuando nos ocurre aquello que no deseamos, cuando no conseguimos lo que quere-
mos, cuando enfermamos, cuando envejecemos, cuando nos estamos muriendo… seguimos el
patrón de respuesta de siempre. Pero podríamos cambiarlo si observamos atentamente el im-
pulso que surge dentro de nosotros y como nos descentra.

Descentrarse es la reacción natural ante el dolor y el placer, y podemos ver este hecho
sin juicio y sin intención. Cuando se entienden los infinitos pares de opuestos como comple-
mentarios se alcanza un bienestar duradero.



BUSQUEDA INCESANTE DEL PLACER

Las formas más habituales mediante las cuales tratamos de evitar lo que nos ocurre en
la vida, con la consiguiente confusión y pérdida de confianza en nuestra sabiduría primordial,
son:



1. La búsqueda incesante de placer.
2. Reconstruirnos constantemente.
3. Fomentar emociones para dormir.
4. El miedo a la muerte.


La búsqueda incesante del placer se origina cuando tenemos que enfrentarnos al dolor
y no somos capaces. Cuando nos sentimos amenazados, nos volvemos incapaces de soportar
el dolor, el nerviosismo o la ansiedad. Entonces, salimos corriendo a buscar una situación más
cómoda, o tratamos de aferrarnos a algo placentero. En definitiva, tratamos de evitar el dolor
por todos los medios posibles.

Pero en lugar de huir compulsivamente para evitar la incomodidad personal, podríamos
abrir el corazón a este dilema tan humano, y, simplemente, contemplar la escena de como
intentamos escapar una y otra vez. Podría ocurrir entonces, que lo que parece feo, fuera en
realidad una fuente de sabiduría.

Cuando nuestro mundo personal queda hecho trizas por algún acontecimiento inespe-
rado, entonces se nos presenta una gran oportunidad para crecer. Pero nuestra reacción habi-
tual es intentar recuperarnos como si nada hubiera pasado, volviendo a nuestra ira, resenti-
miento, miedo o confusión de siempre. De esta manera, buscar la seguridad para sentirnos
completos y cómodos viene a ser una especie de muerte en vida. Porque al tratar de controlar
la experiencia, matamos el momento y preparamos nuestro futuro fracaso, ya que antes o des-
pués vamos a tener que enfrentarnos a experiencias que no podamos controlar de ninguna
manera.

¡La esencia de la vida es el desafío! Unas veces es dulce y otras amargo.

Desde la perspectiva de la persona despierta, tratar de atar todos los cabos sueltos es
ir directos hacia la muerte, porque implica rechazar una gran parte de nuestra experiencia vital.
Por el contrario, estar completamente vivo y ser plenamente humano tiene que ver con ser
expulsado del nido una y otra vez. Vivir plenamente exige moverse en tierra de nadie, experi-
mentando cada momento como algo nuevo y fresco.

¡Vivir es estar dispuesto a morir una y otra vez!

¡Morir es aferrarse a lo que se tiene!

Cuando levantamos el muro de la culpa ya no podemos comunicarnos de manera ge-
nuina con los demás. Pero además, solemos fortificarlo con una muralla de ideas que hacemos
a nuestra imagen para “tener razón” en cualquier circunstancia. Culpar, en realidad es una
forma de proteger lo suave y tierno que hay en nosotros, porque sentimos que tenemos que
hacer las cosas bien según nuestro propio criterio; pero cuando no podemos con una situación
difícil que se nos va de las manos, entonces la tiramos por la borda y nos zambullimos en la
culpa, que es un camino sin salida.

Pero en realidad es posible ser compasivos con nosotros, porque “tener razón” o “estar
equivocado” nos cierra y hace que nuestro mundo se vuelva cada vez más pequeño. Además,
así se oscurece el núcleo de la cuestión de fondo, de que las cosas carecen de todo fundamen-
to.

La alternativa es el camino del medio, que implica no apegarnos tanto a nuestra versión
de las situaciones y mantener nuestro corazón y mente abiertos, sabiendo que cuando nos
equivocamos es porque buscamos algún tipo de base o seguridad. No hace falta expulsar a

nadie de nuestro corazón, ni convertir a los demás en nuestros enemigos irreconciliables, por-
que todo, a fin de cuentas, es ambiguo, y en cada situación hay tantas opiniones como perso-
nas.

Si establecemos un contacto bondadoso con lo que estamos sintiendo, nuestros capa-
razones se disolverán y podremos trabajar con mas áreas silenciadas de nuestra vida. Según
aprendamos a sentir más compasión por nosotros mismos el círculo de la compasión por los
demás se ampliará tambien.

En medio de la soledad, en medio del temor, en medio de la sensación
 de incomprensión y rechazo, late el corazón de todas las cosas.
El genuino y celestial corazón de la tristeza.

Pensamos, erróneamente, que protegiéndonos del dolor seremos más buenos con no-
sotros mismos, pero solo nos volvemos más temerosos, más duros y más alineados. Nos expe-
rimentamos como seres separados de la totalidad, compartiendo al final la misma celda con
nuestras esperanzas y miedos personales.

Pero cuando permanecemos abiertos y dejamos que nos rompan el corazón, solo en-
tonces, descubrimos el autentico parentesco que nos une a todos los seres.

Para resumirlo, tengamos en cuenta que cuando el caos se apodera de nuestra vida,
hay tres acciones que podemos emprender para crecer y seguir avanzando por el Camino.

1. Usar el veneno como medicina.


2. Dejar de luchar.


3. Cualquier cosa que venga es sabia.





USAR EL VENENO COMO MEDICINA


“Acércate a lo que te resulte repulsivo,
ayuda a quienes piensas que no puedes ayudar
 y acude a los lugares que te dan miedo”
Maching Labdrön.


Desde la infancia se nos dice una y otra vez que siempre hay algo equivocado en el in-
terior de nosotros, o en el mundo, o en todo lo que acontece. Por eso tratamos de mejorar las
cosas, porque sentimos que siempre nos enfrentamos a algo malo, erróneo o problemático.



Sin embargo, hay que acabar con esta lucha dualista contra todo lo que nos sucede en
la vida, porque todo lo que ocurre no solo nos es útil y trabajable, sino que es el Camino mis-
mo. En realidad, podemos usar todo lo que nos acontece como herramienta para despertar y
averiguar en que lugar del itinerario nos hemos quedado dormidos o atascados.

Esta práctica nos pone en contacto con el autentico corazón noble que habita en noso-
tros, hasta el punto de que ahora podemos hacemos cargo del dolor ajeno y enviar bienestar a
los demás.

Para usar el veneno como medicina, cuando nos encontremos ante cualquier tipo de
sufrimiento, hemos de inspirarlo, con el deseo de que todo el mundo que sufre se libere del
dolor. Cuando nos sintamos felices y plenos, espiraremos ese sentimiento positivo hacia nues-
tro/s destinatario/s, con el deseo de que este (o todo el mundo) pueda sentir alegría y bienes-
tar.

Ahora en lugar de ignorar el dolor y aislarnos de la gente que lo pasa mal, vamos direc-
tamente hacia la turbulencia y las dudas metiéndonos dentro de ellas. Exploramos la inseguri-
dad y el dolor sin tratar de escabullirnos ni huir, aunque ello nos lleve años o vidas enteras de
práctica. Dejamos, por fin, que las cosas sean lo que son.

Podemos practicar asumiendo sobre nosotros el malestar de una persona que sabe-
mos que sufre y a la que queremos ayudar. Entonces, inspiramos visualizando que apartamos
de ella el miedo y dolor que padece. Retenemos el aire en los pulmones transmutando su
esencia espiritual, y en la espiración visualizamos que le enviamos felicidad, alegría, u otra
vibración que le alivie.

Cuando sintamos miedo en nuestra vida personal podemos aplicarnos esta práctica
meditativa, y también, por extensión, podemos llevarla a todas las personas que en este instan-
te lo pasan mal (enfermos, moribundos, inmigrantes, etc.). De igual modo, podemos dirigirla
hacia aquellas personas que, como nosotros, quieren ser compasivas pero tienen miedo; y
también por los que quieren ser valientes pero son cobardes. En último término, se puede apli-
car también a las personas que consideras como tus enemigos declarados, o a las que te hie-
ren, o a las que maltratan a los demás. A fin y al cabo viven el mismo atasco que tu. Inspira su
dolor y una vez transmutado envíales alivio y amor.


DEJAR DE LUCHAR

Nos sentamos a meditar y dejamos que la atención fluya hacia cualquier cosa que surja
en nuestra mente. Entonces, en lugar de enzarzarnos con los detalles, nos paramos y decimos
simplemente: “¡pensamiento!”. Luego volvemos a la inmediatez y simplicidad de la respiración
continua, hasta disolvernos de nuevo en ella.

Surja lo que surja, nos entrenamos en observar y verlo todo como es. Sin darle nom-
bre. Sin desviar la atención. Sin dejar que nos afecte. Porque sabemos que los pensamientos
surgen y se disuelven constantemente.


CUALQUIER COSA QUE VENGA ES SABIA Y BUENA

Cualquier experiencia que surja dentro de nosotros no es otra cosa que la manifesta-
ción de la energía luminosa de la existencia. De esta forma, podemos servirnos de esta fuerza
invisible, invirtiendo el patrón habitual que nos invita a tratar de evitar los conflictos, a ser mejo-
res, o a intentar probar que el dolor es un error que desaparecerá algún día si conseguimos
hacerlo todo correctamente.

Este enfoque nos lleva a entender el cementerio de nuestras vidas como una base de
operaciones desde la que alcanzar la iluminación.


Ahora procuramos no dividirnos entre nuestra parte buena y nuestra parte mala, porque
de hacerlo nos atacaremos a nosotros mismos, bien sea por estar equivocados, por sentirnos
culpables, o por avergonzarnos de quienes somos. Pero si avanzamos directamente hacia lo
que nos resulta más difícil, podremos disolver la sensación dualista entre esto y aquello. Reco-
nociendo que el dolor y la oscuridad están ahí, podemos percibir que el caos de dentro y el
caos de fuera son, básicamente, energía en movimiento. Sabiduría en una danza perpetua. Por
lo tanto, depende de nuestras decisiones personales que nuestras experiencias vitales se con-
viertan en un cielo o en un infierno.

“No experimentamos el mundo plenamente a menos que
 estemos dispuestos a darlo todo”

Si supiéramos con certeza que esta noche íbamos a quedarnos ciegos, echaríamos
una última mirada a cada hoja de hierba, a cada mota de polvo, y a todas las personas y cosas
que nos rodean. Porque siempre podemos ser bondadosos, relajarnos y abrir nuestra mente y
corazón a lo que se presente: sea lo que sea.

¡El momento es ahora!

Todo lo que nos suceda, venga como venga, y venga de donde venga, es trabajable, y
se acumula en nuestra vida. Por eso, nuestro futuro es el resultado de lo que hacemos ahora
mismo, instante a instante.